Bélgica: Brujas

Brujas, la joya medieval de Bélgica, parece sacada de un cuento de hadas. Sus canales serpentean entre casas de colores, plazas vibrantes y callejuelas empedradas que invitan a perderse sin rumbo. En este post te cuento mi experiencia recorriendo esta ciudad Patrimonio de la Humanidad, con consejos para que disfrutes al máximo tu visita.

Grote Markt y el Campanario Belfort

El corazón de Brujas es la Grote Markt, una plaza rodeada de fachadas gremiales del siglo XVII y llena de vida a cualquier hora. Aquí se alzan las estatuas de Jan Breydel y Pieter De Koninck, héroes locales que defendieron la ciudad en el siglo XIV. No puedes dejar de subir al Campanario Belfort: sus 366 escalones te recompensan con una panorámica espectacular de la ciudad y sus tejados. Si visitas Brujas en Navidad, la plaza se transforma con un mercado navideño de ensueño.

Plaza Burg, Ayuntamiento y Basílica de la Santa Sangre

A pocos pasos, la Plaza Burg alberga el imponente Ayuntamiento de Brujas, uno de los más antiguos de Europa, con más de 600 años de historia y una fachada gótica impresionante. Justo al lado, la Basílica de la Santa Sangre guarda una reliquia única: unas gotas de la sangre de Cristo. La entrada es gratuita y merece la pena descubrir la mezcla de estilos de sus dos capillas superpuestas.

Canales y puentes

Brujas se disfruta paseando sin prisa por sus canales, cruzando puentes como el de Bonifacio y descubriendo rincones mágicos a cada paso. Un paseo en barco es la mejor forma de ver la ciudad desde otra perspectiva y entender por qué la llaman la “Venecia del Norte”.

Sabores de Brujas

La oferta gastronómica de Brujas es tan variada como deliciosa. Desde tabernas históricas hasta restaurantes con estrellas Michelin, la ciudad es un paraíso para los amantes de la buena mesa. No dejes de probar los mejillones con patatas fritas, el chocolate artesanal y, por supuesto, una cerveza local en alguna de sus acogedoras cervecerías.